Entre los imponentes pinos endémicos de Durango, se encuentra El Salto, una ciudad con una larga tradición maderera y que también es cabecera municipal de Pueblo Nuevo.
El Salto vivió su época dorada durante los años 30, cuando sus aserraderos experimentaron un auge en la explotación maderera y se anticipaba la llegada del ferrocarril que correría de Durango a Mazatlán. Aunque la obra no se concretó, los túneles creados en su construcción se han aprovechado para el ecoturismo y la recreación.
Con un clima predominantemente frío, El Salto se viste de blanco en los meses de enero y febrero, creando un paisaje hipnótico y pintoresco en el que destacan su Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, el templo de San Francisco de Asís y sus calles y construcciones casi borradas por la nieve.
Además de su belleza natural, El Salto también es conocido por su deliciosa gastronomía, que incluye gorditas de chicharrón prensado, cueritos, discada, machaca, pollo y otros platillos típicos de la región. Si buscas algo para combatir el frío, te recomendamos probar una sopa de hongos y un café caliente.
Los habitantes de El Salto son amables y acogedores, y están dispuestos a compartir su experiencia y conocimientos sobre la región. Además, puedes disfrutar de la naturaleza sobrenatural que rodea este hermoso pueblo.
Para llegar a este hermoso pueblo, puedes tomar la autopista que conecta Victoria de Durango con Mazatlán. Este camino serpentea a través de los bosques de pino, dejando atrás el paisaje semidesértico de la capital del estado y ofreciendo vistas impresionantes de la Sierra Madre Occidental.
¡Visita El Salto y enamórate de sus bosques, su gastronomía y su gente!
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